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Unos científicos rusos han descubierto que la presencia de ciertas bacterias en el intestino podría estar relacionada con el desarrollo de la diabetes tipo 2.
Este tipo de diabetes, conocida también como diabetes no dependiente de la insulina, es un trastorno metabólico grave. La enfermedad hace que las células pierdan su capacidad de responder ante la insulina, la hormona que controla la captación de glucosa. A medida que las células ven mermada su capacidad de interactuar con la insulina, pierden su capacidad de absorber glucosa y se quedan sin energía, incluso si existe una adecuada nutrición, un nivel alto de glucosa en la sangre, y una cantidad suficiente de insulina. (En la diabetes tipo 1, el páncreas no produce nada de insulina, lo que provoca una deficiencia de glucosa en las células de todo el cuerpo).
Según la Organización Mundial de la Salud, existen aproximadamente 285 millones de personas con diabetes tipo 2 en el mundo. La incidencia de la enfermedad y la gravedad de sus complicaciones (las personas que la padecen tienen un riesgo 20 veces superior de desarrollar gangrena en las extremidades inferiores, por ejemplo) hace que los médicos y científicos no solo estén buscando las causas del trastorno sino también nuevos métodos de combatirlo. Recientemente, han surgido argumentos robustos apoyando la teoría de que la diabetes podría estar relacionada con, entre otras cosas, la composición de la comunidad microbiana dentro de nuestros intestinos, referida a menudo como microbiota intestinal. Especialistas de cuatro centros de investigación rusos estudiaron los cambios en la microbiota del intestino grueso, y han hecho un descubrimiento muy clarificador.
El equipo de Elena Kostryukova, del Instituto de Investigación Científica en Medicina Físico-Química, y Maria Vakhitova, del Instituto de Física y Tecnología de Moscú (MIPT), ambas entidades en Rusia, analizaron la composición de la microbiota del intestino de 92 pacientes, incluyendo 20 con diabetes tipo 2 y 48 personas sanas sin ninguna enfermedad crónica; 24 personas más mostraban síntomas de trastorno metabólico diagnosticado por los médicos como prediabetes, un estado que puede llevar al desarrollo de diabetes tipo 2 con el paso del tiempo. El nivel de glucosa, que es el indicador metabólico más importante, fue también monitorizado en los participantes del estudio mediante la toma de muestras de sangre.
La microbiota del intestino es el nombre que se da a toda una población de microorganismos que viven en él (incluyendo incluso ciertos hongos unicelulares y arqueas). Al conjunto se le llama también habitualmente microflora, el término histórico que se acuñó cuando todavía se consideraba que las bacterias formaban parte del reino vegetal.
Las bacterias han sido el principal objeto de atención del estudio. Para determinar exactamente con qué bacterias estaban tratando, los investigadores analizaron el ADN extraído de muestras de heces. Habiendo aislado el ADN, los científicos secuenciaron (contaron y descifraron la secuencia de pares de bases en el ADN) el gen que codifica para el ARN ribosómico, el ARNr, un componente importante de los ribosomas, que son estructuras microscópicas responsables de la síntesis de proteínas. El gen que codifica para esta estructura se halla en todas las clases de bacterias y existe una base de datos que puede emplearse para identificarlas en función de la secuencia de nucleótidos en el gen. Esta parte del ADN bacteriano podría ser descrito como un pasaporte bacteriano.
Después de comparar la composición del microbioma con el diagnóstico (diabetes / prediabetes / tolerancia normal a la glucosa) y la dieta de los participantes en el estudio, los científicos llegaron a una serie de conclusiones.
Especialmente importante ha sido el que los investigadores hayan logrado relacionar el nivel de intolerancia a la glucosa con la presencia de tres tipos específicos de componentes de la microbiota: bacterias de los grupos Blautia, Serratia y Akkermansia. Todas fueron encontradas en personas sanas, pero en los casos de prediabetes y diabetes estaban presentes en una cantidad mucho mayor.
Este tipo de diabetes, conocida también como diabetes no dependiente de la insulina, es un trastorno metabólico grave. La enfermedad hace que las células pierdan su capacidad de responder ante la insulina, la hormona que controla la captación de glucosa. A medida que las células ven mermada su capacidad de interactuar con la insulina, pierden su capacidad de absorber glucosa y se quedan sin energía, incluso si existe una adecuada nutrición, un nivel alto de glucosa en la sangre, y una cantidad suficiente de insulina. (En la diabetes tipo 1, el páncreas no produce nada de insulina, lo que provoca una deficiencia de glucosa en las células de todo el cuerpo).
Según la Organización Mundial de la Salud, existen aproximadamente 285 millones de personas con diabetes tipo 2 en el mundo. La incidencia de la enfermedad y la gravedad de sus complicaciones (las personas que la padecen tienen un riesgo 20 veces superior de desarrollar gangrena en las extremidades inferiores, por ejemplo) hace que los médicos y científicos no solo estén buscando las causas del trastorno sino también nuevos métodos de combatirlo. Recientemente, han surgido argumentos robustos apoyando la teoría de que la diabetes podría estar relacionada con, entre otras cosas, la composición de la comunidad microbiana dentro de nuestros intestinos, referida a menudo como microbiota intestinal. Especialistas de cuatro centros de investigación rusos estudiaron los cambios en la microbiota del intestino grueso, y han hecho un descubrimiento muy clarificador.
El equipo de Elena Kostryukova, del Instituto de Investigación Científica en Medicina Físico-Química, y Maria Vakhitova, del Instituto de Física y Tecnología de Moscú (MIPT), ambas entidades en Rusia, analizaron la composición de la microbiota del intestino de 92 pacientes, incluyendo 20 con diabetes tipo 2 y 48 personas sanas sin ninguna enfermedad crónica; 24 personas más mostraban síntomas de trastorno metabólico diagnosticado por los médicos como prediabetes, un estado que puede llevar al desarrollo de diabetes tipo 2 con el paso del tiempo. El nivel de glucosa, que es el indicador metabólico más importante, fue también monitorizado en los participantes del estudio mediante la toma de muestras de sangre.
La microbiota del intestino es el nombre que se da a toda una población de microorganismos que viven en él (incluyendo incluso ciertos hongos unicelulares y arqueas). Al conjunto se le llama también habitualmente microflora, el término histórico que se acuñó cuando todavía se consideraba que las bacterias formaban parte del reino vegetal.
Las bacterias han sido el principal objeto de atención del estudio. Para determinar exactamente con qué bacterias estaban tratando, los investigadores analizaron el ADN extraído de muestras de heces. Habiendo aislado el ADN, los científicos secuenciaron (contaron y descifraron la secuencia de pares de bases en el ADN) el gen que codifica para el ARN ribosómico, el ARNr, un componente importante de los ribosomas, que son estructuras microscópicas responsables de la síntesis de proteínas. El gen que codifica para esta estructura se halla en todas las clases de bacterias y existe una base de datos que puede emplearse para identificarlas en función de la secuencia de nucleótidos en el gen. Esta parte del ADN bacteriano podría ser descrito como un pasaporte bacteriano.
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@fer - Diabetes Tipo 1 desde 1.998 | FreeStyle Libre 3 | Ypsomed mylife YpsoPump + CamAPS FX | Sin complicaciones. Miembro del equipo de moderación del foro.
Co-Autor de Vivir con Diabetes: El poder de la comunidad online, parte de los ingresos se destinan a financiar el foro de diabetes y mantener la comunidad online activa.
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