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¡Hola a todos!
Mi historia comenzó hace muy poco este último 01 de septiembre debido a un examen médico laboral el cual debo realizarme cada dos años en la Mutualidad y que determina mi capacidad física para enfrentar distintas situaciones que se presentan en mi trabajo que van desde desempeños sobre 3000 mts sobre el nivel del mar, espacios confinados, temperaturas extremas, etc.
Hago un mea culpa de esto y reconozco que soy muy responsable de las consecuencias. Endulzaba mi té o mi café con tres y en ocasiones hasta 4 cucharadas de azúcar porque ya al ponerle dos cucharadas, no sentía el dulzor. Bebía hasta 5 litros diarios de gaseosa o jugos (zumos), pero todo azucarado. Igualmente comía en demasía y nunca lo hacía en los horarios que corresponden y siempre acompañado durante el día por chocolates o galletas.
Recuerdo que a dos días de hacerme mi examen laboral donde y con motivo de mi trabajo, debíamos supervisar algunos sondeos en un proyecto minero ubicado en pleno desierto y en donde permanecí por casi 5 horas a merced del calor de un sol abrasador y con tan sólo un litro de agua que tuve que conseguir con algunos trabajadores. Había olvidado mi provisión de agua y pese a ello decidí continuar con mi tarea.
Los efectos al día siguiente no se hicieron esperar. Mis labios reflejaban la deshidratación y aunque acostumbrado a ello por similares ocasiones anteriores, debía sumar algunas novedades que jamás me habían sucedido, mi lengua y mi paredes bucales estaban secas y ásperas. Igual cosa sucedía con mi cavidad nasal y lagrimales. No tuve dolores de cabeza ni ningún otro síntoma relevante.
Al día siguiente debía apersonarme a primera hora en la Mutualidad para los exámenes de rigor. Obviamente en ayunas y con la salvedad de que tanto el electrocardiograma, el de sangre y el de detección de alcohol y drogas, se realizan primeramente y para los restantes ya se puede ingerir algún alimento así es que una vez realizados, acudí a la máquina expendedora y palié mi apetito con dos gaseosas y un paquete de galletas. A eso del mediodía ya había finalizado mi revisión y sólo debía esperar al día siguiente, los resultados de laboratorio y la posterior habilitación laboral por parte del médico.
Me encontraba un poco lejos de mi domicilio así es que decidí entrar a un restaurante, Cuando me encontraba en el interior del mismo, comencé a sentir un leve hormigueo en mis manos. Pero no presté atención, las miré sólo cuando ya estaba comiendo y noté diminutas manchas de color rojo en mis yemas y palmas, ni siquiera manchas, eran más parecidas a picadura de insecto porque al tocarlas con mi uñas, las sentía duras pero con bastante sensibilidad. Lo relacioné con el detergente para manos que usé en el lavabo pero seguía ignorante de aquello.
Al día siguiente, recibí un correo por parte de la Mutual indicando "Trabajador sin antecedentes, presenta glicemia basal de 294 mg%. Se solicita evaluación y manejo. Debe volver con certificado, glicemia normalizada y hemoglobina glicosilada bajo 7%. Se sugiere control con especialista".
Aquella noticia fue sorpresa total, desde mis controles médicos laborales que comenzaron en el año 1999, jamás había presentado algún tipo de alteración que ocasionara una incompatibilidad con mi desempeño, pero en aquel examen que me realicé el 2013 ya acusaba un colesterol total de 213 (40 - 146) y un peso de 102 kg.
No me quedaba más remedio que visitar a mi médico. Conocido ya por casi 30 años y a quién conocí gracias al voleibol, mi deporte favorito por excelencia durante 10 años desde aquella época y luego el tenis, con este último finalicé toda actividad deportiva el mismo 2013. La amistad prevaleció y ese mismo doctor al cual acudía en ocasiones para solicitarle algún certificado que me permitiera evadir ciertos compromisos de carácter laboral o gestionara alguna receta médica para mí, para algún familiar o para alguna amistad. Ahora debía visitarlo por algo real.
Me atendió ese mismo día en que la Mutual me informó los resultados (01 de Septiembre). Le enseñé mis manos, leyó el informe que le mostré y me dijo: _ Diabetes, pero no te alarmes, he tenido pacientes mucho peores que tú y ahora prácticamente hacen una vida normal, incluso algunos sin necesitar de medicinas. Sólo de su misma responsabilidad_
Entre risas me bromeó: _Ahora te quiero ver, vas a tener que hacer una dieta extrema durante diez días y luego te derivaré a un Laboratorio Clínico para determinar ante qué parámetros nos enfrentamos. Llevo años de experiencia en esto pero tú tendrás que demostrar que eres mejor médico que yo simplemente con darle un vuelco ahora ya, a tu estilo de vida_
Ahí asomó mi primera Metformina (a la comida o almuerzo de mediodía).
Si bien los resultados de los exámenes mostraron una baja en los valores, lo único rescatable fue el valor de la Insulina en 10uUI/ml. Por lo tanto una Metformina más para la cena. Fecha del próximo examen clínico: 24 de septiembre.
Producto de este último examen, los resultados fueron más alentadores pero dio origen a una tercera Metformina y a la Atorvastatina al acostarme (la había dejado de lado pensando en que pudiese ocasionar algún efecto debido a la Metformina).
Me permito enseñarles la comparación entre los resultados al momento de la detección y los actuales:
Los resultados de dicho examen arrojaron los siguiente: una glucemia basal de 294, hoy en 111,5 / Triglicéridos en 312, ahora en 122 / La Hemoglobina Glicosilada en 11,8, ahora en 9,9 / Insulina 10, ahora 7,3 / Colesterol total 255 (34 - 159), ahora en 220 (40 - 155,9). Un peso de 114 kg, ahora en 90 kg distribuidos en mi 1,80 de estatura.
Aparte de las caminatas que ahora hago con regularidad y luego de tres años de un sedentarismo absoluto decidí sacar del baúl de los recuerdos, mi bicicleta y mi bolso de tenis y a contar de este fin de semana y cada martes y jueves, combatiré con deporte aquellos parámetros aún altos los cuales espero puedan ser estabilizados. Mi próximo examen será el día 19 de octubre y a los dos días posteriores visitaré a mi médico. Mi medicación actual consta de 3 Metformina 850 mg (Desayuno, comida y cena) y una Atorvastatina 20 mg al acostarme. Lo demás ha sido rigurosidad total en lo que como o bebo sumado a una fuerza de voluntad gigante considerando lo acostumbrado que estaba a la excesiva buena mesa y especialmente a los azúcares.
Y por cierto, conocí la hora del té a media tarde acompañado de alguna una tostada. Antes y a esa hora, ya no quedaba espacio en mi cuerpo siquiera para una almendra.
Con respecto a mis manos y en todo este período, "sufrí" el cambio de toda la piel comenzando con las callosidades que tuve producto del trabajo y deporte. La dureza que tenían mis yemas debido a años de tocar guitarra salieron como si fueran fundas o como quitarle la tapa a un lapicero. Desaparecieron esas manchas rojas y la piel comenzó a levantarse comparándose a una ampolla reventada pero sin quitarle la cáscara, por así expresarlo. Con mis pies sucedió igual cosa, me dolían y el hormigueo era inmenso después de haber caminado; mis callosidades eran también mucho más notorias debido al constante uso de los zapatos de seguridad. Ahora tanto mis manos como mis pies lucen sanos y suaves y pese a algunas heridas que me ocasioné acelerando manualmente el cambio de piel, pudieron cerrar con facilidad. La misma experiencia tuve con la regeneración de los tejidos nuevos. Ahora al escribir esto, me lamento el no haber hecho fotos, muy pocos creerían como se veían especialmente mis manos y como ahora están completamente sanas.
Espero no haberles aburrido con este relato de lo que ha sido hasta hoy, mi experiencia respecto a esta enfermedad. Quizás alguien más lo esté experimentando o haya pasado por lo mismo. Quizás pueda servir de ayuda a alguien y a la vez con vuestra experiencia, sirva para mi ayuda propia.
Un cariñoso abrazo y gracias por la paciencia a esta lectura.
Cordiales saludos.
Mi historia comenzó hace muy poco este último 01 de septiembre debido a un examen médico laboral el cual debo realizarme cada dos años en la Mutualidad y que determina mi capacidad física para enfrentar distintas situaciones que se presentan en mi trabajo que van desde desempeños sobre 3000 mts sobre el nivel del mar, espacios confinados, temperaturas extremas, etc.
Hago un mea culpa de esto y reconozco que soy muy responsable de las consecuencias. Endulzaba mi té o mi café con tres y en ocasiones hasta 4 cucharadas de azúcar porque ya al ponerle dos cucharadas, no sentía el dulzor. Bebía hasta 5 litros diarios de gaseosa o jugos (zumos), pero todo azucarado. Igualmente comía en demasía y nunca lo hacía en los horarios que corresponden y siempre acompañado durante el día por chocolates o galletas.
Recuerdo que a dos días de hacerme mi examen laboral donde y con motivo de mi trabajo, debíamos supervisar algunos sondeos en un proyecto minero ubicado en pleno desierto y en donde permanecí por casi 5 horas a merced del calor de un sol abrasador y con tan sólo un litro de agua que tuve que conseguir con algunos trabajadores. Había olvidado mi provisión de agua y pese a ello decidí continuar con mi tarea.
Los efectos al día siguiente no se hicieron esperar. Mis labios reflejaban la deshidratación y aunque acostumbrado a ello por similares ocasiones anteriores, debía sumar algunas novedades que jamás me habían sucedido, mi lengua y mi paredes bucales estaban secas y ásperas. Igual cosa sucedía con mi cavidad nasal y lagrimales. No tuve dolores de cabeza ni ningún otro síntoma relevante.
Al día siguiente debía apersonarme a primera hora en la Mutualidad para los exámenes de rigor. Obviamente en ayunas y con la salvedad de que tanto el electrocardiograma, el de sangre y el de detección de alcohol y drogas, se realizan primeramente y para los restantes ya se puede ingerir algún alimento así es que una vez realizados, acudí a la máquina expendedora y palié mi apetito con dos gaseosas y un paquete de galletas. A eso del mediodía ya había finalizado mi revisión y sólo debía esperar al día siguiente, los resultados de laboratorio y la posterior habilitación laboral por parte del médico.
Me encontraba un poco lejos de mi domicilio así es que decidí entrar a un restaurante, Cuando me encontraba en el interior del mismo, comencé a sentir un leve hormigueo en mis manos. Pero no presté atención, las miré sólo cuando ya estaba comiendo y noté diminutas manchas de color rojo en mis yemas y palmas, ni siquiera manchas, eran más parecidas a picadura de insecto porque al tocarlas con mi uñas, las sentía duras pero con bastante sensibilidad. Lo relacioné con el detergente para manos que usé en el lavabo pero seguía ignorante de aquello.
Al día siguiente, recibí un correo por parte de la Mutual indicando "Trabajador sin antecedentes, presenta glicemia basal de 294 mg%. Se solicita evaluación y manejo. Debe volver con certificado, glicemia normalizada y hemoglobina glicosilada bajo 7%. Se sugiere control con especialista".
Aquella noticia fue sorpresa total, desde mis controles médicos laborales que comenzaron en el año 1999, jamás había presentado algún tipo de alteración que ocasionara una incompatibilidad con mi desempeño, pero en aquel examen que me realicé el 2013 ya acusaba un colesterol total de 213 (40 - 146) y un peso de 102 kg.
No me quedaba más remedio que visitar a mi médico. Conocido ya por casi 30 años y a quién conocí gracias al voleibol, mi deporte favorito por excelencia durante 10 años desde aquella época y luego el tenis, con este último finalicé toda actividad deportiva el mismo 2013. La amistad prevaleció y ese mismo doctor al cual acudía en ocasiones para solicitarle algún certificado que me permitiera evadir ciertos compromisos de carácter laboral o gestionara alguna receta médica para mí, para algún familiar o para alguna amistad. Ahora debía visitarlo por algo real.
Me atendió ese mismo día en que la Mutual me informó los resultados (01 de Septiembre). Le enseñé mis manos, leyó el informe que le mostré y me dijo: _ Diabetes, pero no te alarmes, he tenido pacientes mucho peores que tú y ahora prácticamente hacen una vida normal, incluso algunos sin necesitar de medicinas. Sólo de su misma responsabilidad_
Entre risas me bromeó: _Ahora te quiero ver, vas a tener que hacer una dieta extrema durante diez días y luego te derivaré a un Laboratorio Clínico para determinar ante qué parámetros nos enfrentamos. Llevo años de experiencia en esto pero tú tendrás que demostrar que eres mejor médico que yo simplemente con darle un vuelco ahora ya, a tu estilo de vida_
Ahí asomó mi primera Metformina (a la comida o almuerzo de mediodía).
Si bien los resultados de los exámenes mostraron una baja en los valores, lo único rescatable fue el valor de la Insulina en 10uUI/ml. Por lo tanto una Metformina más para la cena. Fecha del próximo examen clínico: 24 de septiembre.
Producto de este último examen, los resultados fueron más alentadores pero dio origen a una tercera Metformina y a la Atorvastatina al acostarme (la había dejado de lado pensando en que pudiese ocasionar algún efecto debido a la Metformina).
Me permito enseñarles la comparación entre los resultados al momento de la detección y los actuales:
Los resultados de dicho examen arrojaron los siguiente: una glucemia basal de 294, hoy en 111,5 / Triglicéridos en 312, ahora en 122 / La Hemoglobina Glicosilada en 11,8, ahora en 9,9 / Insulina 10, ahora 7,3 / Colesterol total 255 (34 - 159), ahora en 220 (40 - 155,9). Un peso de 114 kg, ahora en 90 kg distribuidos en mi 1,80 de estatura.
Aparte de las caminatas que ahora hago con regularidad y luego de tres años de un sedentarismo absoluto decidí sacar del baúl de los recuerdos, mi bicicleta y mi bolso de tenis y a contar de este fin de semana y cada martes y jueves, combatiré con deporte aquellos parámetros aún altos los cuales espero puedan ser estabilizados. Mi próximo examen será el día 19 de octubre y a los dos días posteriores visitaré a mi médico. Mi medicación actual consta de 3 Metformina 850 mg (Desayuno, comida y cena) y una Atorvastatina 20 mg al acostarme. Lo demás ha sido rigurosidad total en lo que como o bebo sumado a una fuerza de voluntad gigante considerando lo acostumbrado que estaba a la excesiva buena mesa y especialmente a los azúcares.
Y por cierto, conocí la hora del té a media tarde acompañado de alguna una tostada. Antes y a esa hora, ya no quedaba espacio en mi cuerpo siquiera para una almendra.
Con respecto a mis manos y en todo este período, "sufrí" el cambio de toda la piel comenzando con las callosidades que tuve producto del trabajo y deporte. La dureza que tenían mis yemas debido a años de tocar guitarra salieron como si fueran fundas o como quitarle la tapa a un lapicero. Desaparecieron esas manchas rojas y la piel comenzó a levantarse comparándose a una ampolla reventada pero sin quitarle la cáscara, por así expresarlo. Con mis pies sucedió igual cosa, me dolían y el hormigueo era inmenso después de haber caminado; mis callosidades eran también mucho más notorias debido al constante uso de los zapatos de seguridad. Ahora tanto mis manos como mis pies lucen sanos y suaves y pese a algunas heridas que me ocasioné acelerando manualmente el cambio de piel, pudieron cerrar con facilidad. La misma experiencia tuve con la regeneración de los tejidos nuevos. Ahora al escribir esto, me lamento el no haber hecho fotos, muy pocos creerían como se veían especialmente mis manos y como ahora están completamente sanas.
Espero no haberles aburrido con este relato de lo que ha sido hasta hoy, mi experiencia respecto a esta enfermedad. Quizás alguien más lo esté experimentando o haya pasado por lo mismo. Quizás pueda servir de ayuda a alguien y a la vez con vuestra experiencia, sirva para mi ayuda propia.
Un cariñoso abrazo y gracias por la paciencia a esta lectura.
Cordiales saludos.
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Saludos
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