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¿Qué hacen los no diabéticos al enfrentarse con un diabético? Hay de todo, los hay que se ponen muy serios, porque les han enseñado que cuando alguien cuenta una desgracia hay que ponerse serios, los hay que te miran fijamente, con una intensidad que llega a doler, los hay que miran a otra parte, los hay que tuercen la boca y rápidamente se ponen a buscar algo en sus recuerdos que tenga que ver con la diabetes para hacerte ver que te entienden, algo de su abuelo, los hay que rápidamente te cuentan que ellos también lo pasaron muy mal con otra enfermedad, los hay que te dicen que lo sienten, sin sentirlo, y los hay que te dicen que lo sienten, y si que lo sienten, porque te quieren, porque aunque no tengan ni pajolera idea que es eso de diabetes tipo 1 saben por tu voz que lo estas pasando mal, que estas perdido, que no sabes que hacer, que tú tampoco tienes ni pajolera idea de que es eso de diabetes tipo 1, que grave debe ser porque esa forma de adelgazar no podía ser buena.
A todos ellos hay que estar agradecido, si. A los primeros porque te sirve para ir preparándote para lo que te vas a encontrar en la calle. Y no me refiero al desconocimiento, que también, me refiero a esa sensación de que no saben de que estas hablando, a que piensas que se imaginan que estas exagerando, a que quitando el endo y dos más, para los demás eres un histérico, porque su abuelo también era diabético y no se ponía así. Y a los segundos porque, aunque también se piensen que eres un histérico, se lo callarán, y se prestarán a oírte, a que te desahogues con ellos.
Por desgracia los primeros son muchos más que los segundos. Entonces empiezas a defenderte. Y a la segunda ocasión que tienes les cuentas que no tiene nada que ver la tipo uno con la tipo dos. Y a la tercera ocasión, porque la segunda obviamente no ha servido para nada, les cuentas que tu páncreas no produce nada de insulina, y que si te equivocas en la cantidad de insulina y te pones demasiada te puedes desmayar. A la cuarta, visto el poco éxito de la tercera, es cuando encuentras el primer filón de tu “defensa”, el pincharse insulina, el medirse … ummmm, las caras que ponen cuando se lo cuentas ¿y te tienes que pinchar muchas veces? SI, MUCHAS, y se lo demuestras pinchándote en ese momento. Bien, primera victoria, ya te miran con respecto …. Me atrevería a decir que con dolor.
Lo que pasa es que los no diabéticos, aun sin ser diabéticos, no son tontos. Y ven que haces vida más o menos normal, pinchándote, si, pero haces vida normal (ver NOTA), y dejan de respetarte. Es entonces cuando tienes que decidir, o decides que no te vuelvan a respetar confirmándoles que si, que vives más o menos normal, y que a eso de pincharse uno se acostumbra …. o les cuentas que la profesión va por dentro, que doler el pinchazo claro que duele, lo que pasa es que lo peor es el ir calculando los hidratos para saber la insulina que te tienes que poner, que si te equivocas mucho te juegas tu futuro, y que todo esto cansa, y mucho …. Y bueno, que tienes esperanzas de que en unos pocos años exista un páncreas artificial … ah, y les cuentas lo de la bomba de insulina …. ¿agggg? ¿colgado a una máquina? …. En fin que pensaba hacer un relato sobre todo esto para lo del concurso ese de Abbot pero como precisamente la paciencia para estar más de quince minutos delante del teclado no es una de mis virtudes, pues he decidido colgarlo aquí.
NOTA: Un no diabético jamás se imaginará que un pinchazo puede no doler.
A todos ellos hay que estar agradecido, si. A los primeros porque te sirve para ir preparándote para lo que te vas a encontrar en la calle. Y no me refiero al desconocimiento, que también, me refiero a esa sensación de que no saben de que estas hablando, a que piensas que se imaginan que estas exagerando, a que quitando el endo y dos más, para los demás eres un histérico, porque su abuelo también era diabético y no se ponía así. Y a los segundos porque, aunque también se piensen que eres un histérico, se lo callarán, y se prestarán a oírte, a que te desahogues con ellos.
Por desgracia los primeros son muchos más que los segundos. Entonces empiezas a defenderte. Y a la segunda ocasión que tienes les cuentas que no tiene nada que ver la tipo uno con la tipo dos. Y a la tercera ocasión, porque la segunda obviamente no ha servido para nada, les cuentas que tu páncreas no produce nada de insulina, y que si te equivocas en la cantidad de insulina y te pones demasiada te puedes desmayar. A la cuarta, visto el poco éxito de la tercera, es cuando encuentras el primer filón de tu “defensa”, el pincharse insulina, el medirse … ummmm, las caras que ponen cuando se lo cuentas ¿y te tienes que pinchar muchas veces? SI, MUCHAS, y se lo demuestras pinchándote en ese momento. Bien, primera victoria, ya te miran con respecto …. Me atrevería a decir que con dolor.
Lo que pasa es que los no diabéticos, aun sin ser diabéticos, no son tontos. Y ven que haces vida más o menos normal, pinchándote, si, pero haces vida normal (ver NOTA), y dejan de respetarte. Es entonces cuando tienes que decidir, o decides que no te vuelvan a respetar confirmándoles que si, que vives más o menos normal, y que a eso de pincharse uno se acostumbra …. o les cuentas que la profesión va por dentro, que doler el pinchazo claro que duele, lo que pasa es que lo peor es el ir calculando los hidratos para saber la insulina que te tienes que poner, que si te equivocas mucho te juegas tu futuro, y que todo esto cansa, y mucho …. Y bueno, que tienes esperanzas de que en unos pocos años exista un páncreas artificial … ah, y les cuentas lo de la bomba de insulina …. ¿agggg? ¿colgado a una máquina? …. En fin que pensaba hacer un relato sobre todo esto para lo del concurso ese de Abbot pero como precisamente la paciencia para estar más de quince minutos delante del teclado no es una de mis virtudes, pues he decidido colgarlo aquí.
NOTA: Un no diabético jamás se imaginará que un pinchazo puede no doler.
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