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EL EXAMEN

Es fácil hablar de los exámenes cuando últimamente vas aprobando todos, y con nota. Y más todavía cuando acabas de sacar una notaza. Pues por eso voy a hablar, porque me es fácil, como les era fácil a esos colegas de universidad, que nunca suspendían, hablar de que si no me preocupe que a la siguiente la apruebo, que lo que me pasa es que me pongo nervioso, etc.
El caso es que nosotros lo consideramos un examen, yo también, pa que negarlo, pero somos injustos con nosotros mismos. Te has pasado varios meses “contestando a las preguntas del examen” y ves que en muchas has “fallado”, que te han salido mal, incluso los resultados anteriores no los miras, te empieza a entrar el cague, y dependiendo de tu estado de ánimo te vienes abajo o te animas acordándote de esta buena racha de hace unos días. Pero sea como sea el día del examen (que realmente “solo” te van a decir la nota) vas pero que muy cagao, incluso los dos días anteriores has intentado esmerarte a tope para intentar mejorar esa nota que sospechas que va a ser mala, malísima, y piensas que le vas a decir al profe (al endo), buscas excusas ... ya te digo, pero que muy cagao.
De lo que sientes al recibir el resultado quizás hable en otro momento, ahora solo quería hablar de lo injustos que somos con nosotros mismos, insisto que yo el primero, con esta situación, tan reconocida por mi cabeza de mi época de estudiante, solo que hora es continua, y sobre todo injusta, porque al menos entonces dependía exclusivamente de mi capacidad y mi esfuerzo, y sabía que si aprobaba una asignatura ya me olvidaba de ella, pero ahora no, no depende de mi esfuerzo, y yo no me matriculado en esta carrera, y sobre todo ... me tengo que examinar de por vida.
Por cierto, durante mucho tiempo cuando me sacaban sangre para el análisis yo lo primero que hacía era desayunarme unos churros, como cuando me cogía un pedo estudiantil después de un examen.

Comentarios

  • Comprendo perfectamente el planteamiento de tu mensaje, JuanLuis.

    En mi caso, puedo comentarte que, últimamente, la situación de estrés y nerviosismo pre-consulta con el endo era notoria, incluso en la sala de espera. Había una mezcla de sentimientos encontrados: el de "tengo miedo" y el "paso de todo". Temía la bronca o la charla de mi endo y, en realidad, lo que obtenía era una sensación de "tú mismo" que el médico me dirigía. Con lo cual, la sensación final era de estar en el limbo de todo. También era muy fuerte comprobar que, en cada visita a la consulta, el dato de la glicosilada iba siendo, cada vez, más deprimente.

    Tienes razón cuando dices que esto es como un examen para una carrera de la que no nos hemos matriculado... de forma consciente y voluntaria. Porque los puñeteros genes tenían inoculada la respuesta autoinmune, que se produciría en algún momento de nuestras vidas. No es como un "papá, quiero ser médico", sabiendo que te esperan 10 años de estudio a tomo y lomo, como mínimo.

    Pero, teniendo en cuenta las cosas que se han visto y que se están viendo, creo que la necesidad de mantener buenas glucemias y de llevar una vida "saludable" es el menor de los males. O digámoslo de otra forma: tener que cuidarnos para retrasar lo más posible la aparición de complicaciones es mucho mejor que despreocuparnos del todo, aparcar nuestra diabetes y tener luego que lamentarlo.

    Otra cosa es que podamos terminar un poco rayados mentalmente con todo lo que supone llevar "bien" la enfermedad: controles; alimentación; pauta adecuada de insulina; práctica de ejercicio; examen del pie diabético; examen del fondo de ojo; bla,bla,bla; etc.

    En definitiva, la alternativa está entre bajar la guardia y adelantar la aparición de complicaciones; o de estar al loro y disfrutar de una mínima "calidad de vida".

    Sea como fuere, si el próximo dato de la glicosilada es esperanzador, pienso darme algún pequeño homenaje.
  • Bueno, rayados estamos todos un poco ya solo con eso de calcular hidratos hasta para mear. Suerte en la próxima hemo, y a seguir.
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