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Los menores que consumen ‘comida para llevar’ con mayor asiduidad ingieren más calorías y menos vitaminas y minerales que los que disfrutan de las comidas cocinadas en el hogar.
Un estudio advierte que más de mitad de los niños de EE.UU. serán obesos a los 30 años.
Cada vez es mayor el número de hogares de nuestro país que encargan comidas al ‘exterior’.
Y es que la comida preparada o ‘comida para llevar’ no solo resulta mucho más cómoda que cocinar, sino también muy accesible.
Pero, esta comida para llevar, ¿es tan nutritiva y, sobre todo, tan ‘sana’ como la comida casera? Pues no.
Las investigaciones realizadas al respecto muestran que el abuso de la comida para llevar se asocia a una peor dieta, una mayor grasa corporal y un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2 en los adultos. Sin embargo, las personas mayores de edad no son las únicas ‘destinatarias’ de este tipo de comida.
Es decir, ¿qué pasa con los niños? Pues que según un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad San Jorge de Londres (Reino Unido), excederse en el consumo de esta forma de alimentación tiene consecuencias igualmente nefastas para los menores, sobre todo un incremento de los factores de riesgo de las patologías cardiovasculares y la diabetes.
Como explica Angela Donin, directora de esta investigación publicada en la revista «Archives of Disease in Childhood», «nuestros resultados sugieren que un mayor incremento en el consumo de ‘comida para llevar’, así como en la publicidad directa que nutre este crecimiento, tendrá, muy probablemente, consecuencias adversas para la salud pública, por lo que deben tomarse medidas para desalentarlo».
Exceso de calorías
En el estudio, los autores contaron con la participación de 1.948 niños ingleses con edades comprendidas entre los 9 y los 10 años y que contestaron a distintos cuestionarios sobre sus hábitos alimenticios –incluido el ‘origen’ de sus comidas y la frecuencia con la que consumían ‘comida para llevar’–. Y lo que hicieron fue evaluar su estatura, peso, perímetro de cintura, espesor de los pliegues cutáneos, porcentaje de grasa corporal, presión sanguínea y niveles de colesterol.
Los resultados mostraron que hasta 555 de los participantes –esto es, el 28% del total– consumían comida para llevar cuando menos una vez a la semana. Un porcentaje que se estableció en un 46% –894 niños– en el caso de los que recurrían a estas comidas menos de una vez por semana y en el 26% –499 menores– en el de aquellos que afirmaban que el consumo de comida para llevar en sus hogares era ‘nulo’ o ‘muy infrecuente’. Y asimismo, que la toma de este tipo de comida fue más común en los niños que en las niñas.
Los mayores niveles de colesterol asociados a las comidas para llevar son suficientes para aumentar en un 10% el riesgo de cardiopatía isquémica.
Llegados a este punto, la frecuencia en el consumo de comida para llevar, ¿tuvo alguna consecuencia sobre la salud de los menores? Pues sí. Y es que si bien todos los participantes mostraron unos niveles de presión sanguínea y de resistencia a la insulina muy similares, el porcentaje de grasa corporal, el espesor de los pliegues cutáneos y los niveles de colesterol resultaron mayores en aquellos que consumían comida para llevar con asiduidad.
Es más; los alimentos incluidos en la comida para llevar tenían una mayor densidad energética –eran mucho más ricos en grasas– y una menor cantidad de proteínas, almidón, vitamina C, hierro, calcio y folatos. En consecuencia, apuntan los autores, «los niños con mayor consumo de este tipo de comida suelen ingerir demasiadas calorías y menos vitaminas y minerales que aquellos que comen alimentos cocinados en casa. Así, y de mantenerse a lo largo del tiempo, este patrón dietético podría inducir la aparición de problemas de salud».
Más vale prevenir
Entonces, ¿puede afirmarse con total rotundidad que la comida para llevar daña la salud de los menores? Pues no. Se trata de un estudio observacional, por lo que no pueden extraerse conclusiones del tipo ‘causa y efecto’. Por tanto, se requieren más investigaciones para analizar esta posible asociación. Sea como fuere, alerta Angela Donin, «los mayores niveles de colesterol total y de colesterol LDL o ’colesterol malo’ observados en el grupo con un consumo frecuente de comida para llevar son suficientes para incrementar en torno a un 10% el riesgo de desarrollo a largo plazo de cardiopatía isquémica».
Como concluyen los autores, «en Reino Unido, el consumo de ‘comida para llevar’ se incrementó en más de un 25% solo en el periodo 1996-2006, un patrón de comportamiento que se ha facilitado con la llegada de las aplicaciones o ‘app’ y de los servicios dedicados al envío de comida a domicilio. El gobierno debería considerar iniciativas para la protección de la salud que reviertan la tendencia en el consumo de ‘comida para llevar’, unos esfuerzos que mejorarían la nutrición infantil tanto en los hogares como en los colegios».
Un estudio advierte que más de mitad de los niños de EE.UU. serán obesos a los 30 años.
Cada vez es mayor el número de hogares de nuestro país que encargan comidas al ‘exterior’.
Y es que la comida preparada o ‘comida para llevar’ no solo resulta mucho más cómoda que cocinar, sino también muy accesible.
Pero, esta comida para llevar, ¿es tan nutritiva y, sobre todo, tan ‘sana’ como la comida casera? Pues no.
Las investigaciones realizadas al respecto muestran que el abuso de la comida para llevar se asocia a una peor dieta, una mayor grasa corporal y un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2 en los adultos. Sin embargo, las personas mayores de edad no son las únicas ‘destinatarias’ de este tipo de comida.
Es decir, ¿qué pasa con los niños? Pues que según un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad San Jorge de Londres (Reino Unido), excederse en el consumo de esta forma de alimentación tiene consecuencias igualmente nefastas para los menores, sobre todo un incremento de los factores de riesgo de las patologías cardiovasculares y la diabetes.
Como explica Angela Donin, directora de esta investigación publicada en la revista «Archives of Disease in Childhood», «nuestros resultados sugieren que un mayor incremento en el consumo de ‘comida para llevar’, así como en la publicidad directa que nutre este crecimiento, tendrá, muy probablemente, consecuencias adversas para la salud pública, por lo que deben tomarse medidas para desalentarlo».
Exceso de calorías
En el estudio, los autores contaron con la participación de 1.948 niños ingleses con edades comprendidas entre los 9 y los 10 años y que contestaron a distintos cuestionarios sobre sus hábitos alimenticios –incluido el ‘origen’ de sus comidas y la frecuencia con la que consumían ‘comida para llevar’–. Y lo que hicieron fue evaluar su estatura, peso, perímetro de cintura, espesor de los pliegues cutáneos, porcentaje de grasa corporal, presión sanguínea y niveles de colesterol.
Los resultados mostraron que hasta 555 de los participantes –esto es, el 28% del total– consumían comida para llevar cuando menos una vez a la semana. Un porcentaje que se estableció en un 46% –894 niños– en el caso de los que recurrían a estas comidas menos de una vez por semana y en el 26% –499 menores– en el de aquellos que afirmaban que el consumo de comida para llevar en sus hogares era ‘nulo’ o ‘muy infrecuente’. Y asimismo, que la toma de este tipo de comida fue más común en los niños que en las niñas.
Los mayores niveles de colesterol asociados a las comidas para llevar son suficientes para aumentar en un 10% el riesgo de cardiopatía isquémica.
Llegados a este punto, la frecuencia en el consumo de comida para llevar, ¿tuvo alguna consecuencia sobre la salud de los menores? Pues sí. Y es que si bien todos los participantes mostraron unos niveles de presión sanguínea y de resistencia a la insulina muy similares, el porcentaje de grasa corporal, el espesor de los pliegues cutáneos y los niveles de colesterol resultaron mayores en aquellos que consumían comida para llevar con asiduidad.
Es más; los alimentos incluidos en la comida para llevar tenían una mayor densidad energética –eran mucho más ricos en grasas– y una menor cantidad de proteínas, almidón, vitamina C, hierro, calcio y folatos. En consecuencia, apuntan los autores, «los niños con mayor consumo de este tipo de comida suelen ingerir demasiadas calorías y menos vitaminas y minerales que aquellos que comen alimentos cocinados en casa. Así, y de mantenerse a lo largo del tiempo, este patrón dietético podría inducir la aparición de problemas de salud».
Más vale prevenir
Entonces, ¿puede afirmarse con total rotundidad que la comida para llevar daña la salud de los menores? Pues no. Se trata de un estudio observacional, por lo que no pueden extraerse conclusiones del tipo ‘causa y efecto’. Por tanto, se requieren más investigaciones para analizar esta posible asociación. Sea como fuere, alerta Angela Donin, «los mayores niveles de colesterol total y de colesterol LDL o ’colesterol malo’ observados en el grupo con un consumo frecuente de comida para llevar son suficientes para incrementar en torno a un 10% el riesgo de desarrollo a largo plazo de cardiopatía isquémica».
Como concluyen los autores, «en Reino Unido, el consumo de ‘comida para llevar’ se incrementó en más de un 25% solo en el periodo 1996-2006, un patrón de comportamiento que se ha facilitado con la llegada de las aplicaciones o ‘app’ y de los servicios dedicados al envío de comida a domicilio. El gobierno debería considerar iniciativas para la protección de la salud que reviertan la tendencia en el consumo de ‘comida para llevar’, unos esfuerzos que mejorarían la nutrición infantil tanto en los hogares como en los colegios».
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Co-Autor de Vivir con Diabetes: El poder de la comunidad online, parte de los ingresos se destinan a financiar el foro de diabetes y mantener la comunidad online activa.
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