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Muchos diabéticos logran un mejor control del azúcar en sangre con el uso de las bombas de insulina que con las inyecciones múltiples diarias. Sin embargo, el grado de penetración de esta terapia es escaso a pesar de que Castilla-La Mancha, con un porcentaje del 5,5 por ciento, se sitúa por encima de la media nacional (4%), según la Federación de Diabéticos Españoles (FEDE).
La unidad de nuevas tecnologías en diabetes del Hospital General Universitario de Ciudad Real (HGUCR), que también incluye los sistemas de monitorización continua de glucosa, tiene en seguimiento a un total de 40 pacientes con bomba de insulina, a los que hay que sumar los seis menores que lleva Pediatría. Una cifra muy escasa teniendo en cuenta que el National Institute for Health and Clinical Excellence (NICE) británico recomienda que un 50 por ciento de los menores de 12 años con diabetes tipo 1 estén en terapia con bomba.
«Sólo hay tres hospitales de la red del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (Sescam) con esta consulta», precisa el endocrino Jesús Moreno. Así, al margen del HGUCR, donde funciona desde enero del año 2012, sólo el Complejo Hospitalario Universitario de Albacete y La Mancha-Centro de Alcázar de San Juan incluyen esta prestación en su cartera de servicios. Y la de Ciudad Real es referencia para Valdepeñas, Puertollano y Manzanares.
«Uno de los criterios de calidad de asistencia a los pacientes con diabetes tipo 1 es que al menos un 10 por ciento esté en tratamiento con bomba de insulina», reconoce Moreno, quien incide en su coste-efectividad al reducir las complicaciones graves de una patología en la que no sólo sufre el corazón. Y es que esta enfermedad metabólica está ligada a una serie de alteraciones crónicas que ponen en riesgo la calidad de vida y las capacidades físicas de quienes la sufren.
Entre ellas, la retinopatía diabética, la nefropatía, la disfunción eréctil y el pie diabético. «El beneficio clínico es muy importante», subraya el experto explicando que «los niveles de hemoglobina glicosilada bajan medio punto más con la bomba en comparación con las plumas de insulina». Según la Federación de Castilla-La Mancha de Asociaciones de Diabéticos (Fedicam), «su uso reduce hasta en cuatro veces el riesgo de sufrir hipoglucemias, eventos bastante frecuentes que -en un tercio de los casos- los pacientes sufren mientras duermen».
Pero la carestía del tratamiento, cuyo coste inicial es de unos 6.000 euros más 3.000 anuales, ha hecho que en los últimos años haya sido indicado a cuentagotas. No en vano, según el pediatra endocrino Patricio Giralt, que fue presidente de la Fundación de Castilla-La Mancha para la Diabetes (Fucamdi), «desde hace dos meses tenemos la opción de volver a solicitarlas tras una temporada en la que no ha sido posible». Una buena noticia puesto que, al margen de reducir las comorbilidades, tiene un impacto muy positivo en la calidad de vida de los pacientes. «Pone fin a un buen número de pinchazos y, además, permite flexibilizar mejor el tratamiento adaptándolo a sus horarios y costumbres», pone de relieve el doctor Moreno, que forma parte del Grupo de Trabajo de Nuevas Tecnologías de la Sociedad Española de Diabetes (SED).
«No es lo mismo inyectarse insulina 18 veces en tres días que una», asegura. Pero no todo el mundo es candidato a una bomba de insulina. «No funciona sola», aclara el endocrinólogo del HGUCR dejando fuera a aquellos pacientes diabéticos que no siguen dietas ni se preocupan por controlar sus niveles de glucosa. «Una bomba de insulina en un niño desmotivado puede llegar a ser una bomba», advierte asimismo Giralt desde Pediatría.
Moreno pone de relieve que «a los pacientes con diabetes (una enfermedad que afecta a 370 millones de personas en el mundo), lo que más les molesta son los habituales y molestos pinchazos en los dedos». En este sentido, los sensores de glucosa -que se cambian cada dos semanas- han acabado con ellos. Los nuevos sistemas de monitorización de azúcar en sangre, que entraron en escena en septiembre del año pasado, han supuesto toda una revolución. Y es que con un escaneo indoloro, en menos de un segundo, el lector permite comprobar el estado actual de la glucosa.
A este respecto, desde la Asociación de Diabéticos de Ciudad Real (Adicir), su presidenta, María Eugenia Ruiz insta al Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (Sescam) a incluirlos en el catálogo de prestaciones y ponerlo así a disposición de todos los afectados, «tengan o no tengan bomba de insulina». «Esta a la venta por unos 60 euros, pero no todo el mundo puede permitírselo», indica Ruiz incidiendo en que «las 200 tiras que utilizamos los diabéticos al mes en los controles de glucemia (donde se pone la gota de sangre al pinchar el dedo) vienen a salir por el mismo precio».
mejor calidad de vida. Ruiz, que ya hace uso de ellos, pone de manifiesto que «las mediciones son la que nos permiten equilibrar los niveles de glucosa». Y con el sistema de monitorización pueden ser tantas como el paciente desee. «Con la bomba de insulina -que permite ajustar las dosis- y con los sensores mejora nuestra calidad de vida al no aparecer tantas complicaciones como tiene esta enfermedad», hace hincapié la presidenta de Adicir.
Entre las reivindicaciones de la Asociación de Diabéticos de Ciudad Real, también figura la de unas agujas para las plumas de insulina que alteran la correcta absorción de esta hormona. «El Sescam las cambió, imaginamos que atendiendo a criterios económicos, por unas que pinchan peor. Además, las jeringuillas cogen aire», denuncia Ruiz en nombre de todos los diabéticos insulinodependientes de la provincia.
La unidad de nuevas tecnologías en diabetes del Hospital General Universitario de Ciudad Real (HGUCR), que también incluye los sistemas de monitorización continua de glucosa, tiene en seguimiento a un total de 40 pacientes con bomba de insulina, a los que hay que sumar los seis menores que lleva Pediatría. Una cifra muy escasa teniendo en cuenta que el National Institute for Health and Clinical Excellence (NICE) británico recomienda que un 50 por ciento de los menores de 12 años con diabetes tipo 1 estén en terapia con bomba.
«Sólo hay tres hospitales de la red del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (Sescam) con esta consulta», precisa el endocrino Jesús Moreno. Así, al margen del HGUCR, donde funciona desde enero del año 2012, sólo el Complejo Hospitalario Universitario de Albacete y La Mancha-Centro de Alcázar de San Juan incluyen esta prestación en su cartera de servicios. Y la de Ciudad Real es referencia para Valdepeñas, Puertollano y Manzanares.
«Uno de los criterios de calidad de asistencia a los pacientes con diabetes tipo 1 es que al menos un 10 por ciento esté en tratamiento con bomba de insulina», reconoce Moreno, quien incide en su coste-efectividad al reducir las complicaciones graves de una patología en la que no sólo sufre el corazón. Y es que esta enfermedad metabólica está ligada a una serie de alteraciones crónicas que ponen en riesgo la calidad de vida y las capacidades físicas de quienes la sufren.
Entre ellas, la retinopatía diabética, la nefropatía, la disfunción eréctil y el pie diabético. «El beneficio clínico es muy importante», subraya el experto explicando que «los niveles de hemoglobina glicosilada bajan medio punto más con la bomba en comparación con las plumas de insulina». Según la Federación de Castilla-La Mancha de Asociaciones de Diabéticos (Fedicam), «su uso reduce hasta en cuatro veces el riesgo de sufrir hipoglucemias, eventos bastante frecuentes que -en un tercio de los casos- los pacientes sufren mientras duermen».
Pero la carestía del tratamiento, cuyo coste inicial es de unos 6.000 euros más 3.000 anuales, ha hecho que en los últimos años haya sido indicado a cuentagotas. No en vano, según el pediatra endocrino Patricio Giralt, que fue presidente de la Fundación de Castilla-La Mancha para la Diabetes (Fucamdi), «desde hace dos meses tenemos la opción de volver a solicitarlas tras una temporada en la que no ha sido posible». Una buena noticia puesto que, al margen de reducir las comorbilidades, tiene un impacto muy positivo en la calidad de vida de los pacientes. «Pone fin a un buen número de pinchazos y, además, permite flexibilizar mejor el tratamiento adaptándolo a sus horarios y costumbres», pone de relieve el doctor Moreno, que forma parte del Grupo de Trabajo de Nuevas Tecnologías de la Sociedad Española de Diabetes (SED).
«No es lo mismo inyectarse insulina 18 veces en tres días que una», asegura. Pero no todo el mundo es candidato a una bomba de insulina. «No funciona sola», aclara el endocrinólogo del HGUCR dejando fuera a aquellos pacientes diabéticos que no siguen dietas ni se preocupan por controlar sus niveles de glucosa. «Una bomba de insulina en un niño desmotivado puede llegar a ser una bomba», advierte asimismo Giralt desde Pediatría.
Moreno pone de relieve que «a los pacientes con diabetes (una enfermedad que afecta a 370 millones de personas en el mundo), lo que más les molesta son los habituales y molestos pinchazos en los dedos». En este sentido, los sensores de glucosa -que se cambian cada dos semanas- han acabado con ellos. Los nuevos sistemas de monitorización de azúcar en sangre, que entraron en escena en septiembre del año pasado, han supuesto toda una revolución. Y es que con un escaneo indoloro, en menos de un segundo, el lector permite comprobar el estado actual de la glucosa.
A este respecto, desde la Asociación de Diabéticos de Ciudad Real (Adicir), su presidenta, María Eugenia Ruiz insta al Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (Sescam) a incluirlos en el catálogo de prestaciones y ponerlo así a disposición de todos los afectados, «tengan o no tengan bomba de insulina». «Esta a la venta por unos 60 euros, pero no todo el mundo puede permitírselo», indica Ruiz incidiendo en que «las 200 tiras que utilizamos los diabéticos al mes en los controles de glucemia (donde se pone la gota de sangre al pinchar el dedo) vienen a salir por el mismo precio».
mejor calidad de vida. Ruiz, que ya hace uso de ellos, pone de manifiesto que «las mediciones son la que nos permiten equilibrar los niveles de glucosa». Y con el sistema de monitorización pueden ser tantas como el paciente desee. «Con la bomba de insulina -que permite ajustar las dosis- y con los sensores mejora nuestra calidad de vida al no aparecer tantas complicaciones como tiene esta enfermedad», hace hincapié la presidenta de Adicir.
Entre las reivindicaciones de la Asociación de Diabéticos de Ciudad Real, también figura la de unas agujas para las plumas de insulina que alteran la correcta absorción de esta hormona. «El Sescam las cambió, imaginamos que atendiendo a criterios económicos, por unas que pinchan peor. Además, las jeringuillas cogen aire», denuncia Ruiz en nombre de todos los diabéticos insulinodependientes de la provincia.
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Co-Autor de Vivir con Diabetes: El poder de la comunidad online, parte de los ingresos se destinan a financiar el foro de diabetes y mantener la comunidad online activa.
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